miércoles, 30 de marzo de 2016

El metabolismo y la excreción.

La digestión es es el conjunto de procesos mecánicos y químicos de transformación de las sustancias ingeridas (alimentos) en otras más sencillas, absorbibles y aprovechables (nutrientes) de manera que puedan ser absorbidas y utilizadas por las células del organismo.

Una parte de los productos ingeridos no podrá digerirse o no podrá al absorberse. Esa parte será tratada como residuo y evacuada al exterior.

De esta explicación se desprende que existen dos procesos distintos:
  • La alimentación. Es el conjunto de procesos de elección y preparación de los alimentos que se ingerirán. Son procesos voluntarios conscientes.
  • La nutrición. Es el conjunto de procesos de transformación de los alimentos para separar los nutrientes que contienen y de utilización posterior de los nutrientes. Los nutrientes se clasifican en glúcidos, proteínas, lípidos, vitaminas, minerales, fibra alimentaria y agua. La nutrición es involuntaria e inconsciente. La nutrición es una parte del metabolismo, que es el conjunto de reacciones químicas que nos permite mantenernos vivos. La vida incluye las funciones de nutrición, relación y reproducción, así que el metabolismo tiene reacciones químicas relacionadas con cada una de ellas.

La digestión y el metabolismo

El aparato digestivo va a llevar a cabo las actividades necesarias para ingerir los alimentos, fraccionarlos y finalmente absorber los nutrientes que contienen.

Este proceso se inicia con un acto voluntario, que es la ingestión de los alimentos que deseamos comer. Pero a partir de ese momento se suceden una serie de reflejos coordinados, que van a permitir transportarlos a lo largo de los diversos segmentos digestivos hasta que finalmente sean absorbidos a la sangre o evacuados si no son necesarios.

De forma general y esquemática, la secuencia de estos procesos mecánicos y químicos para transformar los alimentos constituye la digestión:
  • Primero, los alimentos tragados se desplazan a lo largo de una serie de órganos en forma de tubo.
  • Para facilitar la fragmentación, algunas glándulas y órganos segregan una serie de líquidos y sustancias que se mezclan con los alimentos deglutidos.
  • A lo largo del trayecto los alimentos van siendo fragmentados en partículas pequeñas.
  • Los nutrientes contenidos en los alimentos son absorbidos hacia la sangre.
  • Finalmente, todos los residuos no aprovechables, serán evacuados al exterior.
Todo eso transcurre entre uno y dos días, que es el tiempo que oscila desde que un alimento es ingerido hasta que los restos son eliminados del organismo.

Los órganos que participan en la digestión, se agrupan en dos partes diferenciadas:
  1. el tubo digestivo 
  2. y las glándulas accesorias.
  • El tubo digestivo es un largo conducto, de paredes musculares, que se extiende desde la boca hasta el ano. Este canal está formado por una serie de órganos, dispuestos uno detrás de otro: 
  1. la cavidad oral, 
  2. la faringe, 
  3. el esófago, 
  4. el estómago, 
  5. el intestino delgado 
  6. y el intestino grueso.
A lo largo del tubo digestivo, algunos órganos se encuentran separados por un esfínter, una zona básicamente muscular que puede abrirse o cerrarse, y cuya función es doble. Por un lado, facilita el avance de los alimentos en una única dirección, y por otro, permite mantener los alimentos en algún segmento, el tiempo necesario para llevar a cabo el proceso de la digestión.

Las glándulas accesorias constituyen una serie de órganos que se comunican con el tubo digestivo a través de conductos: las glándulas salivales, el páncreas, el hígado y la vesícula biliar. Su función es producir, almacenar y verter al tubo digestivo secreciones o sustancias que ayudan a digerir los alimentos.


El tubo digestivo de la boca al estómago

                                                       Órganos del aparato digestivo
Tal como ya sabes, el primer segmento del tubo digestivo es la cavidad oral o boca.

Sin entrar en demasiados detalles, sí debes reconocer algunas de las estructuras que se localizan en ella, como por ejemplo:
  • La lengua, un órgano musculoso con diversas funciones, como impulsar los alimentos hacia la faringe, percibir sabores e intervenir en la articulación de sonidos.
  • El paladar, que constituye el techo de la boca.
  • Los dientes, 32 piezas en una persona adulta, entre los que se distinguen 8 incisivos, 4 caninos, 8 premolares y 12 molares.
  • La faringe es el conducto que sigue a la cavidad oral, aunque también comunica en la parte superior con las fosas nasales. En sentido caudal comunica con la laringe y el esófago. Esta doble relación hace de la faringe un órgano compartido por dos aparatos, el respiratorio y el digestivo.
  • El esófago es un tubo de unos de veinticinco centímetros de largo, que se sitúa a lo largo del cuello y el tórax, por detrás de la laringe y la tráquea, y delante de la columna vertebral. Penetra en la cavidad abdominal, atravesando el diafragma por un orificio que se llama hiato, hasta llegar al estómago.
  • El estómago es la porción más dilatada del tubo digestivo. Se sitúa en la región central y a la izquierda de la parte superior de la cavidad abdominal, inmediatamente por debajo del diafragma. Tiene forma de ‘J' y comunica, por arriba con el esófago, y por debajo con la primera porción del intestino delgado, el duodeno. En las dos comunicaciones encontramos esfínteres:
  1. el de entrada al estómago, se denomina cardias 
  2. y el de salida, se denomina píloro.

Su función es la de almacenar los alimentos y triturarlos para facilitar su digestión. En las paredes hay una capa muscular muy gruesa que permite contraer el estómago con una cierta energía y también facilitar el paso del bolo alimentario hacia el intestino delgado.

En el interior del estómago existe una gran cantidad de glándulas, que segregan enzimas, ácido clorhídrico y moco:
  • la pepsina, es el enzima encargado de la fragmentación de las proteínas en unidades más pequeñas, los aminoácidos.
  • el ácido clorhídrico mantiene el pH ácido en el interior del estómago, necesario para que se lleve a cabo la acción de los enzimas gástricos.
  • el moco protege la mucosa del propio estómago y proporciona la consistencia adecuada al bolo para su fácil desplazamiento.

El tubo digestivo del intestino delgado al ano

Continuamos el recorrido del intestino en el mismo orden que lo hacen los alimentos ingeridos. Ya hemos recorrido en el apartado anterior el camino de la boca al estómago. A continuación recorremos, describiéndolo, lo que queda de aparato digestivo.
El intestino delgado es la porción más larga del tubo digestivo, ya que tiene entre 6 y 7 metros de longitud. Se encuentra completamente replegado en el interior de la cavidad abdominal, y se extiende
desde el esfínter pilórico del estómago hasta el intestino grueso, órganos con los que comunica por
la parte superior e inferior respectivamente. Consta de 3 segmentos:

1. El duodeno, la primera porción, de unos 25 centímetros de largo y en forma de ‘C'. En él desembocan los conductos que transportan las secreciones procedentes del hígado (vesícula biliar) y del páncreas.

2. El yeyuno, a continuación del duodeno, de tres metros de longitud.

3. El íleon, al que le corresponden los últimos tres o cuatro metros de longitud. Comunica con el intestino grueso a través de una compuerta, denominada válvula ileocecal.

La función del intestino delgado es la digestión del alimento que le llega desde el estómago y la absorción de los nutrientes necesarios que contiene el alimento.

El intestino grueso, el último segmento del tubo digestivo, tiene aproximadamente 2 metros de longitud. En él se distinguen tres partes:

1. El ciego, primer fragmento del intestino grueso, y donde desemboca el intestino delgado a través de la válvula ileocecal. En el extremo caudal posee una prolongación en forma de dedo, denominada apéndice cecal (es el que se inflama en la apendicitis).

2. El colon, la parte más extensa, tiene un recorrido en forma de arco o herradura, y posee cuatro segmentos:
  • el colon ascendente,
  • el colon transverso,
  • el colon descendente y
  • el colon sigmoide, que se une al recto.
3. El recto, la parte final del intestino, es un tubo de 15 a 20 centímetros de largo, que se dirige hacia atrás abriéndose al exterior mediante el ano. En los últimos centímetros del recto se encuentran dos esfínteres, el primero de los cuales es involuntario y el segundo, voluntario; que permiten regular la eliminación de las heces.

La función del intestino grueso es absorber el líquido del contenido intestinal y preparar las heces para su evacuación.


Las glándulas accesorias

Aunque ya hemos recorrido el tubo digestivo completo en los dos apartados anteriores, hemos pasado sin mencionar unos elementos muy importantes. Para llevar a cabo la transformación que se va a producir en los alimentos mediante la digestión, son necesarias las secreciones de unas glándulas accesorias al tubo digestivo.
  • las glándulas salivales,
  • el hígado y
  • el páncreas.
¿Qué función cumple cada una de ellas?
  • Las glándulas salivales elaboran y vierten la saliva a la cavidad oral. Existen tres tipos y todas son dobles:
  1. las glándulas parótidas, situadas donde el maxilar inferior se articula con el cráneo. Seguramente la reconocerás por el nombre que recibe su inflamación, la parotiditis o paperas.
  2. las glándulas submaxilares, situadas en el suelo de la boca.
  3. las glándulas sublinguales, bajo la lengua.
  • El hígado es el órgano más grande del cuerpo y está situado en el hipocondrio derecho, inmediatamente por debajo del diafragma y lateral al estómago.
Tiene múltiples funciones:
  • Vierte la secreción que elabora, la bilis, al duodeno. La bilis es un líquido amarillo verdoso, que interviene en la digestión de las grasas, y aunque no las fragmenta, facilita la acción de las enzimas que sí lo harán. La bilis contiene además bilirrubina, que da a las heces su color característico. El hígado almacena la bilis en la vesícula biliar, desde donde es vertida al duodeno.
  • Almacena los nutrientes que recibe o los metaboliza para que puedan ser utilizados por otros órganos.
  • Elimina sustancias que no son aprovechables para el organismo, como es el caso del alcohol, y otras que constituyen residuos tóxicos generados por el propio organismo, como es el caso de la bilirrubina.
  • Fabrica muchas de las proteínas que circulan en la sangre.

Para llevar a cabo estas funciones el hígado debe estar conectado directamente con el torrente circulatorio. Tiene doble irrigación, porque recibe sangre de la vena porta y de la arteria hepática.

Recuerda que la vena porta es el vaso sanguíneo que transporta la sangre procedente de los dos intestinos y del bazo, y que después de la digestión contiene todos los nutrientes que han proporcionado los alimentos. La arteria hepática, rama de la arteria aorta, transporta sangre arterial procedente del ventrículo izquierdo.

Hemos visto que el hígado elabora y vierte al tubo digestivo la bilis, pero no lo hace directamente. Donde la vierte en realidad es en la vesícula biliar. ¿Qué función tiene ésta?

La bilis elaborada por el hígado es transportada a través de conductos hasta la vesícula biliar, un órgano vacío, en forma de pera, situado inmediatamente por debajo del hígado.

La función de la vesícula biliar es almacenar la bilis elaborada por el hígado, y verterla al duodeno, a través de un conducto denominado colédoco, durante la digestión.

La inflamación de la vesícula, conocida como colecistitis, generalmente es debida al asiento de sales biliares que producen cálculos (piedras), y puede generar cuadros abdominales urgentes.

Vamos a describir el itinerario que sigue la bilis hasta que es eliminada al exterior...

Imagina el trayecto:
Desde el hígado, la bilis es vertida al duodeno a través del colédoco. Sigue desplazándose por el yeyuno y el íleon hasta que atraviesa la válvula ileocecal y penetra en el intestino grueso. Desde el ciego, sigue por el colon ascendente, el colon transverso, el colon descendente y el colon sigmoide, hasta llegar al recto y ser eliminada por las heces al exterior.
El páncreas es un órgano situada por detrás del estómago, que atraviesa transversalmente la parte craneal de la cavidad abdominal.

Es una glándula con doble función:
  • Produce un jugo, rico en enzimas que intervienen en la digestión de carbohidratos, grasas y proteínas. El jugo pancreático es vertido al duodeno a través de un conducto que desemboca en el mismo orificio que el colédoco.
  • Elabora hormonas, como la insulina, que vierte a la circulación sanguínea.
El páncreas es una glándula que forma parte del aparato digestivo y del sistema endocrino. La porción con función digestiva se denomina exocrina, ya que elimina su secreción al exterior. La porción que sintetiza hormonas se denomina endocrina, porque vierte su secreción a la sangre.

Por último, destacar que las paredes de la cavidad abdominal y buena parte de los órganos abdominales se encuentran cubiertos por una doble membrana, el peritoneo, con una pequeña cantidad de líquido entre ambas, cuya función es proteger los órganos.


El proceso de digestión y metabolismo

Ahora que ya conoces las características anatómicas y funcionales de los órganos digestivos, va a resultar muy fácil la comprensión del funcionamiento general para llegar a obtener las sustancias nutritivas necesarias.

Los alimentos que entran en la boca, gracias al proceso de masticación y salivación, son convertidos en una masa semilíquida que se llama bolo alimentario.

El bolo es impulsado hacia la faringe gracias a la lengua y en este momento se produce el reflejo de la deglución, gracias al cual se cierra el paso hacia las fosas nasales y hacia la laringe, para que el
alimento se desplace al esófago y no irrumpa en el tracto respiratorio.

En condiciones normales la deglución se realiza en cinco o seis segundos, y en este tiempo no puede inspirarse, ya que la laringe se encuentra cerrada. En más de una ocasión te habrá ocurrido que un pequeño error en todos estos movimientos reflejos ha provocado el paso de comida o bebida por las fosas nasales hacia la nariz o hacia las vías respiratorias bajas...
Y habrás utilizado esa expresión: "Se me fue por el otro lado".
Efectivamente se fue por el conducto que no corresponde.

Una vez en el esófago, el bolo se desplaza a través de él, gracias a los movimientos de la musculatura de su pared, denominados movimientos peristálticos.

Estas contracciones provocan la apertura del cardias y el alimento cae al interior del estómago.

En el estómago el bolo alimentario es mezclado y triturado gracias a los movimientos de la pared; pero además va a someterse durante un par de horas a la acción del jugo gástrico para digerir los alimentos.
Vamos a recordar, para comprender la acción de las secreciones del tubo digestivo, cuáles son las sustancias nutritivas:


Sustancias nutritivas
Tipos
Alimentos que los contienen
Hidratos de carbono o glúcidos
Glucosa, fructosa, lactosa, sacarosa...
Cereales, féculas, dulces...
Lípidos o grasas
Colesterol, triglicéridos, ácidos grasos...
Carne, leche y derivados, aceites, frutos secos...
Proteínas
Péptidos, aminoácidos...
Carne, pescado, huevos, legumbres...
Vitaminas
Vitaminas A, B, C, D, E y K
En muchos alimentos


No hay que olvidar tampoco, que los minerales y el agua son también nutrientes fundamentales
para el organismo; aunque no requieren de un proceso de digestión para ser absorbidos, ya que
son elementos de pequeño tamaño.



Si retomamos el trayecto del bolo alimentario, en el estómago el ácido clorhídrico va a facilitar la acción de un enzima, la pepsina, que se encarga de fraccionar las proteínas.

Tras la acción de los movimientos gástricos, los alimentos se encuentran mezclados en una masa casi
líquida y algunas moléculas están ya parcialmente digeridas.

El alimento atraviesa el píloro y entra en el intestino delgado. En su primera porción, el duodeno, van a ser vertidos el jugo pancreático y la bilis.

La acción digestiva de la bilis, elaborada por el hígado, recae sobre las grasas, ya que las emulsiona y
facilita así la acción de los enzimas del páncreas sobre ellas.

El jugo pancreático contiene una gran cantidad de enzimas digestivos, cada uno con acción sobre alguno de los nutrientes:
  • La lipasa pancreática, que fragmenta las grasas.
  • La tripsina y quimiotripsina, enzimas que desdoblan las proteínas.
  • La amilasa pancreática, que fracciona los hidratos de carbono que han llegado al duodeno todavía de gran tamaño, ya que en la saliva también existe amilasa y algunas moléculas han sido digeridas a ese nivel.
A lo largo del intestino delgado, en el yeyuno y en el íleon, se produce la absorción de las sustancias
nutritivas que pueden asimilarse y pasar a la sangre.

Al intestino grueso llegarán heces de consistencia semilíquida. A lo largo de su trayecto, buena parte del agua es reabsorbida, y por ello las heces que se almacenan para ser eliminadas al exterior tienen una consistencia más sólida. La materia fecal se acumula en el colon sigmoide y el recto, hasta que se relajan los esfínteres que se mantenían cerrados y se produce su evacuación.




Síntomas y signos digestivos

Las manifestaciones digestivas pueden ser muy variadas, algunas de ellas son tan comunes que, con toda seguridad, vas a reconocerlas.

Dos manifestaciones frecuentes son las náuseas (síntoma) y vómitos (signo) Normalmente la necesidad de expulsar el contenido del estómago precede a la expulsión.

Ambas manifestaciones se producen por contracciones en el estómago y el esófago en sentido inverso a los movimientos peristálticos, cuando por diversos motivos se estimula un centro del vómito que se localiza en el tronco del encéfalo. Recuerda que se trataba de un órgano del sistema nervioso central situado entre el encéfalo y la médula espinal.

Este estímulo puede tener o no un origen digestivo. Se perciben náuseas y se dan vómitos en trastornos del sistema nervioso, como es el caso de las meningitis, o acompañando a dolores intensos, como por ejemplo en algunas cefaleas. Otras veces están relacionados con el equilibrio, como es el caso de los viajes en barco u otros vehículos. Pero generalmente se producen por irritación de las paredes del estómago, en las gastritis, en los excesos de alcohol, etc.

En ocasiones, a través del vómito se expulsa sangre, y este signo recibe el nombre de hematemesis.
Siempre indica que existe una hemorragia en el esófago, en el estómago o en el duodeno.

Un signo relacionado con las hemorragias del tubo digestivo es la melena, que consiste en la eliminación de heces con sangre digerida por los jugos digestivos. La melena se produce cuando existe una hemorragia en algún punto del intestino delgado o en los primeros segmentos del colon. Tiene un aspecto característico: las heces son negras, brillantes y pegajosas, como el alquitrán.

Las hemorragias de esófago, estómago y duodeno ocasionan hematemesis, o expulsión de
sangre a través del vómito; mientras que las hemorragias que se producen más allá del duodeno
originan melenas. En los casos de hemorragia en la última porción del tubo digestivo, las heces
aparecen teñidas de sangre roja, y este signo se denomina rectorragia.



Un síntoma también relativamente frecuente es la pirosis, una sensación de ardor en la boca del estómago, detrás del esternón, que se produce cuando el contenido gástrico, rico en ácido, retorna al esófago.

Puede presentarse en condiciones normales después de comidas copiosas, pero si es reiterado indica siempre que existe algún trastorno, como por ejemplo un exceso de producción de ácido clorhídrico.
Otro síntoma común a muchas afecciones digestivas es la dispepsia, que consiste en una alteración en la digestión que puede manifestarse en forma de distensión en el abdomen, pirosis, sensación de pesadez en el estómago, dolor abdominal, náuseas y vómitos,...

Como ves, se trata de un síntoma muy amplio y ello obedece a que las causas también pueden ser muy diversas. Pueden producir dispepsia los trastornos relacionados con la secreción de la bilis o cualquier alteración intestinal.
Seguramente conoces muy bien otra manifestación digestiva muy frecuente, como la diarrea.

Se define como la evacuación de un mayor volumen de heces, de consistencia líquida y con una mayor frecuencia.

El origen siempre está relacionado con tres mecanismos:
  • Un incremento en los movimientos intestinales.
  • La presencia de sustancias nutritivas que no pueden absorberse.
  • El exceso de secreción de líquidos por parte de la mucosa intestinal.
Las enfermedades que provocan estas alteraciones son:
  • Inflamaciones e infecciones intestinales por alimentos en mal estado o contaminados. En este caso se originan gastroenteritis o enterocolitis.
  • Patologías que dificultan la absorción de sustancias nutritivas.
  • Alteraciones biliares o pancreáticas que reduzcan sus secreciones.
  • La ingesta de laxantes.
Es un trastorno que generalmente no ocasiona problemas, ya que se trata de diarreas agudas que duran pocos días pero en ocasiones, si es intensa o crónica, puede ocasionar trastornos como deshidratación, por la pérdida de agua, o pérdida de peso.

Un signo característico de algunas enfermedades del hígado es la ictericia, tonalidad amarillenta de la piel y mucosas (es más fácil de ver en la conjuntiva blanca del ojo) que se aparece cuando aumenta en la sangre la presencia de un pigmento, la bilirrubina, que se forma a partir de la degradación de la hemoglobina y que debe ser eliminado al exterior a través de las heces.

Generalmente este signo se acompaña de una coloración oscura de la orina, coluria, y una pérdida de coloración de las heces, acolia.

Las enfermedades hepáticas cursan habitualmente con ictericia pero se acompañan también con frecuencia de otras manifestaciones como la ascitis, acumulación de líquido en la cavidad peritoneal, o la hepatomegalia, aumento de tamaño del hígado.


Enfermedades digestivas

De todas las enfermedades del estómago y el intestino, probablemente la gastritis es la más común. Se trata de una inflamación de la mucosa gástrica, la capa de tejido que recubre el interior del estómago.

Se manifiesta como consecuencia de la irritación provocada por diferentes causas, como por ejemplo alimentos en mal estado, infecciones, consumo excesivo de alcohol o algunos medicamentos.

Seguramente reconocerás una práctica preventiva habitual, que consiste en administrar protectores gástricos cuando se ingieren algunos analgésicos o antiinflamatorios.

Otra de las causas importantes de gastritis es el estrés, ya que se acompaña de un aumento de la
secreción de ácido clorhídrico por parte del estómago.

Las manifestaciones de la gastritis son muy variables. Pueden ocasionar pocas molestias pero en muchos casos se acompaña de anorexia, dolor abdominal, náuseas, vómitos e incluso hemorragias gástricas.

Otra patología muy frecuente en nuestro medio es la úlcera péptica o úlcera gastro-duodenal, según se localice en uno u otro órgano. Se trata de una afección que afecta casi a un 10% de la población en un algún momento de la vida.

Consiste en la erosión de la mucosa del estómago o el duodeno, provocada por la acción corrosiva del jugo gástrico.

La erosión suele cicatrizar al cabo de unas semanas de su aparición pero con frecuencia reaparece. Por ello se considera un trastorno crónico, en el que alternan periodos de normalidad con brotes
ulcerosos.

Hace algunos años se descubrió la relación existente entre la Helicobacter pilory, una bacteria que coloniza el estómago, y la úlcera gastro-duodenal o la gastritis. Desde que se conoce esta relación la prueba diagnóstica de elección es la endoscopia digestiva. El tratamiento antibiótico de esa infección ha permitido resolver un gran número de estas enfermedades sin tener que utilizar las técnicas quirúrgicas habituales mediante las cuáles se extirpa el fragmento afectado del órgano.

En el diagnóstico de las enfermedades del tubo digestivo, la endoscopia es una técnica diagnóstica y terapéutica idónea para visualizar los órganos, realizar biopsias, extirpar pequeñas lesiones o aspirar secreciones. Según la zona a explorar, el tubo de escopia se introduce desde la cavidad oral o desde el conducto anal. Según el tramo digestivo a explorar recibe denominaciones específicas:esófago-gastro-duodenoscopia, colonoscopia, recto-sigmoidoscopia.

La úlcera gastro-duodenal, así como otras patologías abdominales, como la apendicitis, pueden perforar el tubo digestivo, y ocasionar una inflamación del peritoneo. La peritonitis es un trastorno grave que cursa con dolor abdominal agudo y vientre en tabla, característico de irritación peritoneal.


El cáncer de colon

Una enfermedad con una incidencia elevada entre los 50 y 70 años es el cáncer de colon y recto. Es uno de los más frecuentes en los países industrializados, el segundo, después del cáncer de pulmón en
los hombres y del cáncer de mama en las mujeres; y constituye también una de las causas más frecuentes de muertes.

La etiología se desconoce, pero como ocurre en el cáncer de otras localizaciones, existen una serie de factores determinantes que predisponen a su aparición, como por ejemplo:
  • Algunos hábitos alimentarios como las dietas ricas en grasas animales y con un contenido alto de proteínas. Por el contrario, las dietas ricas en vegetales y fruta se considera que previenen de esta afección.
  • El componente genético también está relacionado con una mayor predisposición familiar a padecerlo.
  • La existencia de algunas enfermedades inflamatorias crónicas intestinales o la presencia de tumores benignos que pueden malignizar también aumenta el riesgo de cáncer.
Durante las fases iniciales de la enfermedad habitualmente no aparecen síntomas o signos. Las  primeras manifestaciones aparecen con el aumento de tamaño del tumor:
  • Hemorragias intestinales, en forma de melenas o rectorragias.
  • Dolor localizado en cualquier región abdominal.
  • Alteraciones en el ritmo habitual de las deposiciones, de forma que se alternan periodos de estreñimiento con periodos de diarrea.
  • Pérdida de peso considerable, tanto que, en ocasiones, es el signo de alarma que alerta sobre la gravedad de la enfermedad.
En fases más avanzadas de la enfermedad pueden aparecer metástasis, con afectación de diferentes órganos como por ejemplo hígado, huesos o pulmones. Por ello es importante la detección precoz de las lesiones mediante la colonoscopia o la recto-sigmoidoscopia, que permite visualizar las lesiones benignas con riesgo de malignizar e incluso obtener muestras de biopsia para analizar.

Normalmente las medidas terapéuticas en este tipo de trastornos son quirúrgicas y consisten en la extirpación del fragmento de intestino afectado. Según la zona se realizará una Colostomía, un procedimiento que deja una obertura en la cavidad abdominal para que puedan ser eliminadas las heces al exterior mediante unas bolsas como las de la imagen.

Enfermedades de las glándulas accesorias

Una de las enfermedades más conocidas del hígado es la hepatitis, una inflamación que puede tener distintas causas:
  • diversos tipos de virus, 
  • el alcohol 
  • y algunos fármacos o tóxicos.
La hepatitis vírica es causada por virus específicos, entre los que destacan tres:
  • La hepatitis A se produce por el virus de la hepatitis A (VHA), que se transmite casi exclusivamente por vía fecal-oral, mediante aguas residuales, o alimentos y bebidas contaminadas por las materias fecales de una persona infectada. Es la hepatitis más inocua ya que las lesiones hepáticas que produce no son graves y se resuelven en dos tres meses sin dejar secuelas.
  • La hepatitis B es causada por el virus de la hepatitis B (VHB) que se transmite a través de la sangre y de otros fluidos corporales, como la saliva, el semen, la leche materna o la secreción vaginal. Las lesiones hepáticas que provoca son más graves que las de la hepatitis A, y con complicaciones frecuentes. Algunas personas son portadoras sanas del VHB, y por lo tanto pueden contagiar y transmitir la enfermedad sin saberlo.
  • La hepatitis C se produce por el virus de la hepatitis C (VHC) cuyas vías de contagio son parecidas al VHB; pero con mayor riesgo de conducir a una hepatitis crónica, a la cirrosis o al cáncer de hígado.
Hemos visto que algunas hepatitis víricas pueden provocar una cirrosis hepática, un trastorno grave e irreversible en el que se desorganiza la arquitectura hepática normal y se altera el funcionamiento del órgano. Pero en nuestro medio, los dos tercios de las cirrosis están relacionadas con el consumo excesivo de alcohol, ya que se trata de un potente tóxico para las células hepáticas.

Una complicación urgente de la cirrosis son las varices esofágicas que si sufren una ruptura, ocasionan una hemorragia digestiva.

Uno de los trastornos más frecuentes del aparato digestivo es la litiasis biliar, la formación de cálculos o piedras, en las vías biliares; generalmente en la vesícula biliar. Es una alteración mucho más frecuente en mujeres, sobretodo si son mayores de 40 años y además obesas y con antecedentes familiares.

Algunas veces no ocasiona sintomatología pero habitualmente genera sensación de pesadez, dispepsia, ictericia y habitualmente dolor cólico, que se produce cuando la vesícula biliar intenta expulsar el cálculo mediante contracciones intensas.

Para evitar las posibles complicaciones de la litiasis biliar, el tratamiento hasta el momento más efectivo es la extirpación quirúrgica de la vesícula biliar. Actualmente la mayoría de las intervenciones de este tipo se realizan por vía endoscópica, mediante una cirugía mínimamente invasiva (pequeña incisión en la pared abdominal).

Por último mencionar la pancreatitis, una inflamación del páncreas que generalmente está relacionada con el consumo excesivo de alcohol, aunque también puede originarse por la obstrucción a la salida del conducto pancreático por un cálculo biliar. Recuerda que el conducto pancreático y el colédoco, conducto biliar, vierten su secreción en el mismo punto del duodeno. Es una enfermedad grave ya que puede provocar una necrosis del órgano por la acción de todos los enzimas pancreáticos al no poder ser vertidos a través del jugo pancreático.


La obesidad

Aunque se trata de una patología que también puede tener un componente endocrino vamos a ver la obesidad en este apartado, dado que está muy relacionada con la ingesta de alimentos y se trata de un trastorno de la nutrición.

Se define como un aumento en la cantidad de grasa corporal y se valora mediante un parámetro, el Índice de Masa Corporal (IMC), que relaciona el peso y la talla de la siguiente forma:
  •  Peso en kilogramos, dividido por la talla en metros elevada al cuadrado.
Así por ejemplo, una persona con un peso de 84 kg y 1,72 m de altura tendrá un IMC alrededor de 28.
IMC=84/1´722=84/2´9584=28´39

Prueba a hacer un cálculo de tu IMC.


Grados
IMC
Normal
20-25
Obesidad grado I o sobrepeso
25-30
Obesidad grado II
30-35
Obesidad grado III
35-40
Obesidad grado IV o mórbida
más de 40


Según los valores del Índice de Masa Corporal obtenidos, se establecen distintos grados de obesidad:
  • Un IMC superior a 25 kg/m2 pero menor a 30 kg/m2 se considera sobrepeso. 
  • Un IMC superior a 30 kg/m2 se establece como obesidad 
  • y cuando supera los 40 kg/m2 hablamos ya de obesidad mórbida.
Existen muchos factores relacionados con la obesidad pero de todos es conocido que en general tiene su origen en una ingesta de calorías superior a la que se requiere en relación a la actividad física que se realiza. También es verdad que puede ser secundaria a alteraciones hormonales, o a la ingesta de algunos medicamentos, pero en el 95% se trata de una obesidad primaria. Recuerda que este adjetivo siempre indica origen desconocido.

Es alarmante la incidencia que está alcanzando este trastorno (seguro que habrás visto el tipo de obesidad grave que padecen algunos norteamericanos), y especialmente porque los datos cada vez muestran un mayor número de niños, niñas y jóvenes afectados. Es importante identificar esta enfermedad no como un problema estético sino como una patología determinante de otras muchas enfermedades, e incluso de una mayor mortalidad entre las personas que la padecen.


La excreción de orina

En las patologías del aparato urinario hay pocas situaciones de urgencia que requieran atención inmediata, pero los enfermos renales crónicos presentan muchas complicaciones que requieren hospitalización, además de someterse a diálisis.

El aparato urinario, con su función excretora, elimina a través de la orina sustancias resultantes de la actividad metabólica del organismo y que no deben acumularse en sangre, por su efecto tóxico. Para ello, el riñón dispone de un complejo mecanismo que le permite la depuración de la sangre y la formación de orina para eliminar esos productos.

Vamos a ver ahora las características anatómicas del aparato urinario y los mecanismos que lleva a cabo para ejercer esa función; así como algunas de las enfermedades más frecuentes y la sintomatología con la que habitualmente se presentan.


Anatomía del aparato excretor

Como habrás deducido, el aparato excretor o urinario está compuesto por una serie de órganos que intervienen en la producción, el almacenamiento y la eliminación de la orina.

Está formado por:

  • dos riñones
  • dos uréteres
  • la vejiga urinaria
  • y la uretra.
Básicamente, los riñones forman la orina a partir de la sangre, y esta orina se desplaza por los uréteres hasta la vejiga, donde se almacena durante un período de tiempo hasta ser evacuada por la uretra al exterior.

La orina elaborada contiene, en términos generales, agua, minerales, residuos nitrogenados (como la urea y el ácido úrico) y otras sustancias que se encuentran en la sangre en cantidades excesivas y por ello deben ser extraídas y eliminadas.

Los riñones son dos órganos simétricos en forma de judía, situados en la región posterior de la cavidad abdominal. Se localizan a ambos lados de la columna vertebral, entre la vértebra D12 y la L3, aunque el riñón izquierdo está normalmente un poco más elevado que el derecho.

En un corte longitudinal del riñón podemos distinguir dos zonas:
  • La corteza renal, que es la parte más externa y de una coloración pálida.
  • La médula renal, que es la parte central del órgano, de color rojizo oscuro.
Ambas zonas no se encuentran claramente delimitadas. Puedes observar en la imagen que la zona más oscura está constituida por unas pirámides que tienen la base dirigida a la periferia del riñón. (En
esta representación son visibles seis pirámides).



El vértice de cada pirámide se denomina papila, y está perforada, para permitir el goteo de orina.

A cada papila renal se adapta un tubo con el extremo en forma de copa, que se denomina cáliz. Así habrá tantos cálices como pirámides, que actuarán de receptáculo para la orina elaborada.

Los cálices confluyen en una cavidad única denominada pelvis renal, que tiene forma de embudo y dirige la orina hacia el uréter. La pelvis renal sale del riñón a través de un orificio localizado en la zona medial, llamado hilio renal. La figura muestra la salida de la pelvis, que en realidad es la parte superior ensanchada del uréter, y la entrada en el hilio de la arteria renal (el conducto rojo) así como la salida de la vena renal (el conducto azul).

Buena parte de las vísceras del organismo poseen una hendidura o depresión, el hilio, por el que entran y salen conductos, vasos sanguíneos (arterias y venas), vasos linfáticos y nervios. Poseen hilio, como hemos visto, los riñones; pero también los pulmones (a través del cual pasan bronquios, arteria pulmonar y venas pulmonares), el bazo o el ovario.


Se conocen como vías urinarias los conductos que recogen la orina elaborada por los riñones. Ya hemos visto que la parte más alta de las vías urinarias se encuentra en el interior del riñón. Los cálices y la pelvis renal ya no son considerados propiamente riñón.

Los uréteres son conductos que conducen la orina desde el riñón hasta la vejiga urinaria. El desplazamiento se lleva a cabo gracias a los movimientos peristálticos que producen las contracciones de las fibras musculares de la pared.

La vejiga urinaria es un órgano muscular vacío dónde se almacena la orina procedente de los dos
uréteres, para que pueda ser evacuada en el momento de la micción.

Está situada en la línea media inferior del abdomen, en la cavidad pelviana. En la mujer se localiza delante del útero, tal como puedes comprobar en la imagen superior; mientras que en el hombre está delante del recto.

El tamaño de la vejiga es variable, dependiendo de la cantidad de orina que almacene, ya que cuando está vacía se colapsa y la mucosa del interior aparece repleta de pliegues.

La uretra es el conducto que comunica la vejiga urinaria con el exterior, y presenta diferencias considerables entre el hombre y la mujer.
La uretra femenina es una vía exclusivamente urinaria, ya que su única función es la de conducir la orina hasta el exterior. A lo largo de su trayecto (3-4 cm), discurre cercana a la pared anterior de la vagina, tal como puedes comprobar en la imagen superior, y en el extremo cercano al exterior se encuentra un esfínter decontracción voluntaria que permite e impide la salida de la orina según nuestro deseo.
La uretra masculina es una vía común del aparato urinario y el aparato reproductor, ya que permite evacuar la orina al exterior y también conducir el semen en el momento de la eyaculación. La longitud total es de 15-20 cm y desde la salida de la vejiga atraviesa la próstata, una glándula que la envuelve completamente, y discurre a lo largo del pene hasta el orificio exterior.

La formación de la orina

Los riñones están constituidos por un gran número de tubos microscópicos y una red de pequeños vasos sanguíneos relacionados con ellos. Su función consiste en filtrar la sangre y elaborar orina extrayendo las sustancias que el organismo no necesita.


La parte más pequeña del riñón capaz de formar orina se denomina nefrona, y en cada riñón hay
aproximadamente un millón. En la nefrona se distinguen dos estructuras:
  1. el corpúsculo 
  2. y el túbulo renal.
El corpúsculo se compone de dos partes:

  • Un ovillo capilar llamado glomérulo que constituye el vaso sanguíneo por dónde llega la sangre que entra en el riñón.
  • Una estructura en forma de copa, la cápsula de Bowman, que engloba el glomérulo.
El túbulo renal está también constituido por varios componentes:
  • El túbulo contorneado proximal, el primer fragmento, que sigue a la cápsula.
  • El asa de Henle, en forma de ‘U'.
  • El túbulo contorneado distal.
En la imagen superior puedes observar una sección longitudinal del riñón, donde se muestran todos los componentes que has visto hasta ahora y la ampliación de una nefrona de una de las pirámides.

En términos generales, algunos componentes de la sangre que llega a través del glomérulo atraviesan sus paredes y son recogidos por la cápsula. Posteriormente circulan a lo largo de los distintos fragmentos del túbulo donde algunos componentes vuelven a recuperarse, si las necesidades del organismo así lo requieren, y otros son eliminados directamente de la sangre al túbulo.

Observa en el esquema superior que los túbulos están envueltos por una red capilar que permite el paso de sustancias en uno y otro sentido. Finalmente la orina es vertida a un túbulo colector que recoge la de otras nefronas y a partir de ahí es desplazada para que pueda ser eliminada al exterior.

El proceso de formación de la orina se lleva cabo mediante una secuencia que incluye:
  • La filtración de la sangre.
  • La reabsorción de agua y algunas moléculas pequeñas.
  • La secreción de determinadas sustancias y minerales.
La filtración de la sangre es el primer eslabón en la producción de orina. Tiene lugar en el corpúsculo de la nefrona, entre el glomérulo y la cápsula.

Se trata de un proceso que puedes imaginar perfectamente ya que se trata de un fenómeno similar al que ocurre al verter líquido sobre un colador. El agua atravesará fácilmente los poros y también los
componentes que tengan un tamaño menor al de los orificios. Por ese motivo, con el filtrado de sangre, nunca atraviesan en condiciones normales las células sanguíneas ya que tienen un tamaño que les impide atravesar la pared del glomérulo.

La reabsorción se lleva a cabo en los túbulos. De los 180 litros de agua filtrados cada día a través de los glomérulos, el 99% es reabsorbido y recuperado a la circulación sanguínea. La cantidad restante, aproximadamente un litro, será la orina eliminada.

Un tercer proceso en la formación de orina comprende la secreción de sustancias desde la red capilar a los túbulos renales. Este mecanismo se utiliza, por ejemplo, para eliminar un antibiótico, la penicilina.

Todo este complejo proceso está regulado por la acción de dos hormonas, la antidiurética y la aldosterona.

Tal como se ha comentado, todas las nefronas acaban vertiendo la orina a los cálices de la pelvis renal, a través de las papilas, y de ahí al uréter, que la desplaza a la vejiga desde donde será evacuada al exterior a través de la uretra.

Por el contrario todos los componentes de la sangre que no han sido eliminados, son transportados por la vena renal de nuevo hacia la circulación general.


Síntomas y signos

Seguro que no te sorprenderá descubrir que tanto el aspecto de la orina como las características de su evacuación pueden presentar una gran número de alteraciones.

Los cambios en el aspecto de la orina son, por ejemplo, signos característicos de enfermedades del aparato urinario. En condiciones normales la orina es clara, transparente y de color amarillento pero
puede presentarse como:

  • Orina rosada o roja por la presencia de sangre en ella (hematuria), a causa de una hemorragia en algún punto del riñón o de las vías urinarias.
  • Orina turbia, por la presencia de leucocitos (piuria), como ocurre en las infecciones que afectan a cualquier estructura del aparato urinario.
  • Orina oscura (coluria), por la presencia de pigmentos biliares que se han acumulado en sangre y son eliminados por la orina.
La cantidad de orina que evacuamos diariamente oscila entre 1-2 litros, dependiendo de la ingesta de agua y de las pérdidas. En algunas enfermedades renales pueden observarse alteraciones en la
cantidad
de orina eliminada:
  • Evacuación de un volumen de orina superior, por ejemplo a los 2,5 litros. Este signo se denomina poliuria, y generalmente se acompaña de una sed exagerada, a causa de la pérdida de líquidos.
  • Disminución de la cantidad de orina eliminada, oliguria, o ausencia total de orina, anuria.
También se producen alteraciones en el proceso de evacuación de la orina. Teniendo en cuenta que habitualmente se realizan entre cuatro y seis micciones diarias voluntarias, puede aparecer:
  • Retención de orina en la vejiga, cuando existe una obstrucción que impide su evacuación.
  • Dificultad en la micción, ya sea dolorosa o no, que se conoce como disuria.
  • Un aumento de la frecuencia de las micciones sin que esté relacionado con un mayor volumen evacuado. Este signo se conoce como polaquiuria, y a menudo se acompaña de un deseo continuo de orinar que no cede con la micción.
  • La eliminación de orina de forma involuntaria es la incontinencia urinaria, un trastorno muy frecuente que puede tener distintas causas. Un tipo de incontinencia urinaria sin causa relacionada con el aparato urinario es la enuresis nocturna, evacuación involuntaria de orina durante el sueño, que persiste en niños mayores, a causa de una alteración en el desarrollo del control de esfínteres.
Por último, recuerda que se mencionó un tipo de dolor abdominal, ondulante, que es característico de los trastornos en los que un órgano hueco intenta expulsar el contenido del interior. El cólico nefrítico es un cuadro de dolor localizado primero en la zona lumbar, que irradia hacia la zona inferior de pared abdominal, las ingles y la cara medial del muslo.


Enfermedades renales

La incapacidad del riñón de ejercer su función normal origina serios trastornos en el organismo, debido a que aumentarán los niveles en sangre de todas aquellas sustancias de desecho que son eliminadas habitualmente por la orina, como es el caso de la urea.


Existen muchas situaciones que pueden alterar la función de los riñones y dependiendo de cómo se manifieste y cómo evolucione se distinguen dos tipos de trastornos:
  • La insuficiencia renal aguda, que aparece de forma brusca y generalmente se resuelve cuando cede la causa que la ha originado, como puede ocurrir en situaciones de intoxicación, en los cálculos renales que obstruyen las vías, en enfermedades infecciosas, etc.
  • La insuficiencia renal crónica en cambio es un trastorno en el que el deterioro renal es progresivo e irreversible. Cualquier enfermedad crónica del aparato urinario puede generar una insuficiencia renal crónica y también enfermedades generales como la diabetes o la hipertensión arterial. El fallo renal puede pasar inadvertido durante mucho tiempo, ya que la parte sana del riñón es capaz de suplir la función de la zona dañada, y sólo cuando los dos tercios del riñón estén lesionados aparecerá la insuficiencia renal.
La sintomatología de la insuficiencia renal es muy amplia. No sólo se manifiesta con signos urinarios sino también con manifestaciones generales, dada la gran cantidad de complicaciones que con frecuencia se asocian.

Pueden presentar: alteraciones en el volumen de orina, manifestaciones sanguíneas, como anemia o trastornos de la coagulación, alteraciones neurológicas, cardíacas o respiratorias, infecciones frecuentes,...

Para paliar todas las repercusiones que genera el fallo renal se requiere una compleja actuación, pero cuando el deterioro renal es grave y los niveles sanguíneos de urea son permanentemente altos, es necesario recurrir a otros métodos para suplir la función de los riñones afectados. Se trata de la diálisis renal o el trasplante renal.

Son muchos los enfermos con insuficiencia renal crónica terminal que se someten periódicamente durante muchos años a lo que se conoce como riñón artificial, y que esperan la llamada para el trasplante cuando se reciba un órgano de un donante aparentemente idóneo.

La diálisis es un principio de la física que se basa en el hecho de que entre dos compartimentos
líquidos separados por una membrana permeable puede producirse el intercambio de sustancias entre uno y otro lado.
Este fundamento se ha aplicado para desarrollar métodos que permitan la diálisis entre la sangre del organismo y una disolución artificial; de manera que sea posible extraer del cuerpo las sustancias tóxicas y los productos de desecho de la sangre, así como introducir minerales u otras sustancias necesarias.
El método más conocido es la hemodiálisis, una técnica que consiste en extraer la sangre del
enfermo para hacerla circular por un equipo, el riñón artificial, donde se produce el intercambio de sustancias y reintroducirla al organismo.




Enfermedades de las vías urinarias

Entre las enfermedades de las vías urinarias, la litiasis renal es una de las más frecuentes. Consiste en la formación de cálculos, piedras, en el interior, a causa del depósito de sustancias que cristalizan.

El origen reside básicamente en la eliminación excesiva en la orina de sustancias con esa propiedad físico-química, dando lugar a distintos tipos de cálculos, según la sustancia de que están formados, cada uno con una forma característica. Los más comunes son los cálculos de calcio.

Los cálculos que son empujados a través de las vías urinarias y obstruyen la circulación de orina, originan el cólico nefrítico, un conjunto de manifestaciones entre las que destaca el dolor característico que ya se ha mencionado anteriormente.

Mucho más leves pero también frecuentes son las cistitis. Se trata de una inflamación de la pared de la vejiga urinaria originada generalmente por una infección.

Son mucho más frecuentes en las mujeres, porque la uretra femenina es mucho más corta que la masculina y por tanto se encuentra más cercana al exterior contaminado.
Sonda vesical

Las manifestaciones más frecuentes son la polaquiuria, el dolor y escozor al orinar, y la presencia de una orina turbia.

Es necesario, para finalizar la patología del aparato urinario, hacer mención del cáncer de vejiga, un tumor maligno que está muy relacionado con la eliminación de sustancias cancerígenas, entre las
cuales se encuentran algunas de las que contiene el humo del tabaco.La principal manifestación del tumor es la hematuria ocasional y a menudo no existen otros signos de sospecha.

Aunque existen muchas otras enfermedades renales y urinarias, has conocido algunas de las más
importantes.
En este enlace puedes encontrar una amplia descripción de las enfermedades del aparato urinario: Información y consejos sobre problemas de salud.





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